Noticias Detalle

Divididos en un total de dieciséis grupos, los casi ochenta estudiantes de primer curso tuvieron que enfrentarse al reto académico que les propusieron sus profesores: asumir el rol de una pequeña empresa de moda gallega y, desde ese papel, desarrollar una colección inspirada en una determinada época histórica.

«Menos las prendas de ropa en sí, porque esta es una carrera centrada en la gestión industrial de la moda y no en el diseño, los estudiantes tuvieron que idear todo lo que gira en torno a una colección: desde determinar el público al que va dirigida hasta el labeling (etiquetado), pasando por el packaging (empaquetado) o las campañas de publicidad y markéting para su lanzamiento al mercado», explica el profesor Enrique Blanco, que imparte la asignatura de Fundamentos de Diseño en Moda junto a Zaida García.

Partiendo de esa base, a cada grupo se le asignó una determinada época histórica -con un abanico de posibilidades que incluía Mesopotamia, el Egipto faraónico, la Grecia clásica, el Barroco o el Neoclasicismo, entre otras muchas- y, una vez hecho esto, los profesores dieron carta libre a los alumnos para exprimir su cerebro y ser creativos tanto en el contenido del trabajo como en su presentación. Por eso, la exposición de los proyectos no tuvo lugar en el aula -como es habitual-, sino en las galerías de la facultad, en sus escaleras y en la sala de patronaje. Y por eso también hubo quien recurrió a la imaginación para hacer más atractiva la presentación: por ejemplo, las alumnas de uno de los grupos simularon ser azafatas de vuelo para exponer una colección de moda inspirada en el Neoclasicismo... Y a los que les tocó el Barroco se les ocurrió montar una pequeña obra de teatro para mostrar su trabajo.

A algunos estudiantes les pareció «muy complicado» el período histórico que les tocó en gracia por sorteo -como Germán y Rafa, que junto a otros compañeros tuvieron que preparar el lanzamiento de una colección inspirada en el antiguo Egipto-, pero para otros el encargo resultó ser todo un descubrimiento. «Yo no sabía mucho de la Belle Époque, pero gracias a este trabajo descubrí que fue en este período cuando nació el sufragismo femenino y eso nos sirvió de inspiración para idear nuestra colección», comentaba poco después de exponer su proyecto Andrea Castro.

Como si fuesen profesionales de la empresa D-due, ella y otras tres alumnas presentaron una colección inspirada en una mujer «capaz de liberarse de los corsés», como hicieron las valientes  sufragistas de la Belle Époque. Y ante sus compañeros y profesores, expusieron un trabajo en el que mostraron camisetas, etiquetas, bolsas de empaquetado «ecofriendly» y hasta un vídeo publicitario rodado en Ferrol y protagonizado por ellas mismas.